martes, 30 de noviembre de 2010


Salud
Simplemente sangre
La donación voluntaria y altruista puede ayudar a salvar muchas vidas. Como es vital, no puede fabricarse y, muchas veces escacea. Dar sin esperar a que alguien la pida.
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La situación es habitual en hospitales y clínicas: familiares y amigos se acercan para donar sangre a una persona que requiere una operación. Lo que no es común es que la gente se acerque de modo espontáneo a brindar su sangre, un elemento vital para la medicina imposible de fabricar en un laboratorio. El 9 de noviembre es el Día Nacional del Donante Voluntario, fecha que sirve para recapacitar acerca de la posibilidad de salvar la vida a otros con algo tan indispensable. El punto no es menor: con una donación se pueden salvar tres vidas. En la Argentina, apenas el 15 por ciento de los donadores lo hace de manera altruista, sin necesidad de que lo llamen, pero tanto el Ministerio de Salud de la Nación como los centros de salud apuntan a que la situación se revierta, a que el cien por ciento de la sangre requerida provenga de voluntarios habituales.
“Hoy en día en la medicina hemos tenido un incremento de necesidad de transfusiones de sangre, porque la expectativa de vida es mayor y porque los avances médicos permiten hacer trasplantes y tratamientos quirúrgicos. También, las modificaciones del estilo de vida nos dispone a una mayor presencia de accidentes y de traumas que hacen incrementar la necesidad de cantidad de sangre requerida en el sistema de salud”, detalla el doctor Horacio Salamone, Jefe del Servicio de Medicina Transfusional de Fundación Favaloro.
Para donar sangre hay que cumplir ciertas condiciones: tener entre 18 y 65 años de edad, pesar más de 50 kg, sentirse bien de salud, no padecer ni haber padecido enfermedades que sean transmitidas por sangre, tener presión arterial dentro de los parámetros aconsejables, no consumir drogas endovenosas y no haberse realizado en el plazo de un año tatuajes o perforaciones. Quienes se acercan a donar, deben hacerlo con su DNI y completar un cuestionario confidencial donde además brinda su consentimiento para que se estudie su sangre, se le toma la presión, temperatura, peso y pulso y se le extrae una gota del dedo para estudiar los glóbulos rojos. Nada duele, nada hace mal, todo está estrictamente cuidado. La idea es que la extracción no dañe ni al receptor ni al donante. Y no es necesario ir en ayunas. En Fundación Favaloro procuran captar donantes voluntarios entre los familiares y amigos que se acercan para donar a un paciente determinado; “les explicamos que tenemos un programa de donación voluntaria, les damos la opción que lo piense y se contacte con nosotros. En este momento, el 15 por ciento del total de las donaciones provienen de voluntarios que vienen por solidaridad”, dice el Jefe del Servicio de Medicina Transfusional de la Fundación.
Conciente de que es preciso cambiar los hábitos culturales, el Ministerio de Salud está trabajando para pasar del modelo actual familiar de reposición al voluntario y habitual. “Se está fortaleciendo la capacidad de trabajo de los centros de hemoterapia para que los donantes no tengan que movilizarse hacia los bancos, sino que sean los equipos técnicos los que se movilicen hasta el lugar donde las personas trabajan y se efectúen allí las donaciones”, explica Mabel Maschio, Coordinadora Ejecutiva del Plan Nacional de Sangre.
Además, el año que viene Argentina será la sede de la celebración del Día Mundial del Donante de Sangre, que se realiza cada 14 de junio. “Estamos muy orgullosos con esta decisión, que tendrá un fuerte impacto sanitario, social y político no sólo para nuestro país sino para toda la región latinoamericana”, aseguró desde España el subsecretario de Políticas, Regulación y Fiscalización de la cartera sanitaria, Andrés Leibovich.
Cambiar hábitos lleva tiempo, pero el doctor Salamone es optimista: “Creo que tenemos una comunidad solidaria que responde espontáneamente ante las tragedias. El desafío con la donación de sangre es que se traduzca en un hábito y no en una realidad esporádica. En realidad forma parte de algo más profundo que son los derechos y obligaciones de vivir en una sociedad: todo el mundo tiene derecho a tener una transfusión ante un trasplante o una cirugía para seguir viviendo, pero de la otra mano viene la obligación, tener un sentido de responsabilidad para otros, ser capaz de responder ante la demanda de auxilio del prójimo”.

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